El día 6 jueves salimos a las ocho de la
mañana, hacia Laguardia, tal como estaba previsto, con buen tiempo, que luego,
se convirtió en un día extraordinario,
sobre todo por la temperatura, pero también por la excursión.
Nos
recibió la guía en la puerta de entrada al recinto amurallado, con una simpatía
y desparpajo, que se repitió a lo largo de toda la visita, que resultó la mar
de amena, a la vez que instructiva, llegando a la iglesia de Santa María, donde
nos hizo una foto de grupo.
La
ciudad gusto muchísimo a todo el mundo, hasta el punto, que se barajó la idea
de repetir en el futuro la visita, pero pasando el día entero en Laguardia, para poder deleitarse, recorriendo
sus calles y degustando su vino y sus tapas, a la vez que comprando los
productos de repostería, que se ofrecen en las tiendas, cosas que no pudimos
hacer porque el tiempo nos venía muy justo.
O
sea que gustó mucho, pero nos quedamos con ganas de ver más.
Después
fuimos a comer el menú contratado, que resultó del agrado de todo el mundo,
tanto por la calidad de la comida, como por la cantidad.
A
continuación visitamos Logroño, donde también la visita fue del agrado de
todos, aunque, después de una comida tan copiosa, hubiéramos agradecido una
buena siesta, pero ya se sabe que la vida del turista es dura, y exige algunos
sacrificios.
Con
casi una hora de tiempo libre, que cada uno aprovechó a su manera, terminó el día,
lamentando que los establecimientos de la zona de Laurel estuvieran cerrados
todavía, pero contentos y satisfechos terminando con el deseo de esperar la
próxima excursión.